Espacio íntimo
¿Quién fue Emmi Pikler?, fue una enfermera húngara de los años 60, cuyo principal aporte a la pedagogía se genera a partir del conjunto de actitudes y hábitos de cuidado que diseña en la Casa cuna llamada “Instituto Pikler” basados en el afecto maternal y una relación íntima y profunda con los niños de muy tempranas edades.
Los aportes de Pikler se sustentan sobre uno de los principios relacionados al “valor de la actividad autónoma” y “la necesidad de favorecer en el niño la toma de conciencia de sí mismo y de su entorno”. Para lograrlo, el espacio se dispone de tal forma que el niño pueda tener absoluta libertad de movimiento en todas las situaciones, pero al mismo tiempo cuente con la protección de los posibles peligros.
El espacio debe cumplir 3 requisitos:
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Ha de ser un poco más amplio de lo que el niño puede ocupar y recorrer con su actividad, teniendo en cuenta sus posibilidades locomotoras del momento. De este modo se estimula al niño a avanzar en un espacio que no es muy grande que no pueda asimilar y no es tan pequeño que no le permita desplazarse con amplitud.
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Ha de permitir que los niños puedan moverse y desplazarse sin molestarse unos a otros. De este modo pueden nacer en ellos interacciones agradables sin que cada uno se convierta en una amenaza para el vecino.
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Ha de permitir que el niño pueda aprender a dominar situaciones sin correr peligro, liberándolo no solo de accidentes sino de prohibiciones activas por parte del adulto, las cuales inhibirían o falsearían su movimiento espontáneo hacia la acción y la experimentación.
Los materiales del espacio juegan un papel muy importante puesto que se seleccionan aquellos que puedan ser del gusto y preferencia de los niños, se encuentra una gran diversidad de objetos que se caracterizan por no ser juguetes, sino elementos cotidianos propios de la cocina o de la higiene de metal, madera, esponja y tela.
Referencia: “Lóczy, una insólita atención personal”. M. David, G. Apell. Ed. Octaedro. España, 2010