Espacios para el movimiento
Bernard Aucouturier, pedagogo francés ha desarrollado una propuesta que hoy está cambiando en el mundo la manera en que vemos el movimiento de los niños.
La propuesta se sustenta en su visión de la psicomotricidad, a la que él llama “una invitación a comprender todo lo que expresa el niño de sí mismo por la vía motriz, una invitación a comprender el sentido de sus conductas”.
La práctica psicomotriz que propone Aucouturier exige una preparación rigurosa en los conceptos que explican los procesos de maduración de la motricidad y su relación en la configuración de la psiquis. Los beneficios de su propuesta se resumen en una frase:
Transitar “del placer de hacer, al placer de pensar”
Los espacios que ha diseñado Aucouturier son especiales y exclusivos para la implementación de la Práctica Psicomotriz Aucouturier. Sin embargo, acercar los principios que sustentan su propuesta podría ayudar a los especialistas y cuidadores de niños a desarrollar criterios que les permitan disponer del espacio y los materiales adecuados con el fin de motivar relaciones positivas y creativas que ayuden a acompañar el crecimiento de los niños desde su movimiento (solo con fines educativos).
Las relaciones que se gesten en el espacio están orientadas a favorecer:
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El pensamiento y la capacidad del niño de representar su mundo por medio de símbolos. Por ejemplo, jugar al “lobo” puede representar a algún adulto que ejerce autoridad y quizá pueda causar miedo. Jugar al “lobo” y vencerlo, es también vencer el miedo a esta figura. Poder, luego, escuchar una historia sobre este juego y representarlo en el dibujo son mecanismos que pueden ayudar a desarrollar el pensamiento abstracto y trabajar las emociones vividas.
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Conquistar la seguridad por medio del movimiento. Para ello, es importante que los adultos puedan acompañar a los niños en sus retos motrices con el objetivo de darles confianza, pero respetando el reto que el mismo niño se ha colocado. Saltar desde una altura de 50 cm, puede ser igual de desafiante para un niño, que para otro hacerlo desde una altura de 2 metros. El adulto debe respetar y alentar los retos de los niños para encaminar su proceso de aseguración.
Los requisitos de Aucoturier sobre el espacio son bastante específicos. Recordemos que su propuesta tiene un sustento más riguroso propio de la disciplina psicológica cuyos aportes alimentan la pedagogía, pero no es una propuesta únicamente pedagógica. Rescataremos los criterios esenciales que podrían contribuir a preparar cualquier espacio donde los niños puedan desarrollarse:
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Un espacio se reserva para la expresión motriz y otro para la expresión plástica, gráfica y el lenguaje.
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Cada cosa tiene su lugar.
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En una edad temprana el niño puede intercalar su juego entre la expresión motriz y gráfica, sin llevar los elementos de un ambiente al otro.
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Pero a medida que crece se puede pedir al niño que “termine” de jugar en la zona motriz y luego pase a jugar con los elementos gráficos.
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Además, se le puede proponer que lo haga en ese orden a fin de favorecer los procesos de representación de su juego que llevan a la simbolización por medio del lenguaje (narrar una historia sobre lo vivido y jugado) y dibujarlo.
Referencia: Los fantasmas de acción y la Práctica Psicomotriz. B. Aucouturier. Ed. Graó. España, 2004